Ilustración: Felipe García
VERDADES
Por más que un avión de combate
vuele a 2800 kilómetros por hora
no tendrá nunca la belleza
de una simple paloma
Ni su radar
la perfección del pequeño murciélago
que zigzaguea entre los árboles
Ni su piloto el limpio corazón
del pescador que echa sus redes
y recoge los plateados peces al amanecer.
Waldo Bastidas